Cuando desplegué por primera vez mi liforme mat sobre el suelo del estudio, sentí que no estaba frente a una simple esterilla, sino ante un lienzo dispuesto a dialogar conmigo. Como artista, mi mirada siempre se detiene en los detalles gráficos, en las líneas, en la composición. Y este objeto, que se supone utilitario, pronto me reveló un universo de símbolos y geometrías diseñadas con precisión casi pictórica.
El primer elemento que atrapa es el sistema de líneas guía, tan característico de la marca. No son trazos arbitrarios, sino una gramática visual que responde a proporciones exactas del cuerpo humano. La disposición central recuerda a los ejes de un cuadro clásico: un punto medio que organiza la composición y que, al mismo tiempo, orienta al practicante en su postura. Allí donde otros verían solo una raya, yo veo la alusión a la línea de horizonte en la pintura, ese punto invisible que da estabilidad y perspectiva.
El trabajo de impresión sobre la superficie del liforme yoga mat no busca saturar con color ni con ornamentos. Se trata de una técnica sobria, casi minimalista, que deposita la tinta con exactitud para que los trazos resistan el uso constante. Hay en ello un paralelismo con la serigrafía artística: cada línea es firme, cada ángulo conserva nitidez incluso tras múltiples sesiones. No se perciben desajustes ni difuminados, lo cual me hace pensar en un control minucioso de la técnica de estampado.
Lo interesante es cómo estas líneas, aparentemente rígidas, se combinan en patrones que resultan profundamente armónicos. La geometría no está pensada para ser contemplada únicamente como adorno, sino para ser habitada. Cada triángulo, cada intersección, guía la colocación de manos y pies. Es un recordatorio constante de que el cuerpo mismo es una figura geométrica en movimiento. Desde mi perspectiva creativa, esa combinación entre función y estética es lo que le da verdadero valor artístico: el diseño no se queda en la superficie, se encarna en el gesto del usuario.
La lógica compositiva del liforme esterilla obedece a un principio casi musical. Hay repetición, pero también variación; hay simetría, pero interrumpida por detalles que evitan la monotonía. En algunos modelos, los tonos neutros contrastan con acentos discretos de color, como si fueran notas que irrumpen en una melodía suave. El resultado es un equilibrio visual que nunca distrae, sino que acompaña silenciosamente la concentración.
Me gusta detenerme en cómo la marca resuelve el tema de la centralidad. No se limita a poner un logotipo en medio, sino que construye un eje visual que refuerza la sensación de estabilidad. Esa línea central funciona casi como lo hace la perspectiva en un cuadro renacentista: nos devuelve a un orden interior. Y, de hecho, cuando coloco las manos o los pies siguiendo ese trazado, siento que participo de un diálogo entre la anatomía y la geometría.
El aspecto matérico también influye en la percepción del diseño. La superficie mate absorbe la luz de una manera que suaviza las líneas impresas, evitando reflejos molestos. Esta cualidad táctil y visual recuerda a los papeles artísticos de algodón, donde la textura enriquece la obra. Aquí, cada línea se asienta con sobriedad sobre un fondo que no compite, sino que realza el trazo.
A nivel simbólico, no puedo evitar asociar las figuras geométricas con arquetipos universales. Los triángulos apuntan a la idea de dirección, de ascenso. Las líneas horizontales me hablan de calma, de equilibrio. Y las diagonales sugieren dinamismo, transformación. Practicar sobre este tapete es, en cierta forma, moverme dentro de una obra abstracta, donde mi cuerpo completa el diseño.
Me resulta fascinante cómo un objeto cotidiano puede adquirir dimensiones artísticas gracias a la coherencia gráfica. El liforme mat logra algo que pocas marcas consiguen: convertir la práctica en experiencia estética. Y no lo hace a través de ornamentos superficiales, sino con un lenguaje visual depurado, donde cada línea tiene un propósito.
Si tuviera que imaginarlo en otro contexto, lo vería expuesto en una galería de diseño contemporáneo, no como accesorio deportivo, sino como ejemplo de cómo el arte se integra en la vida diaria. Sus líneas, en apariencia simples, son el reflejo de un pensamiento profundo: que la belleza está en el orden, en la proporción y en la interacción con quien lo usa.
Desde mi mirada de artista, entrenar sobre un liforme yoga mat es como entrar en un cuadro geométrico de Mondrian, pero con la diferencia de que aquí el trazo no está encerrado en un marco: se extiende bajo mis pies, se adapta a mis movimientos y respira conmigo. En cada práctica siento que no solo hago yoga, sino que participo de una obra en construcción continua, donde el diseño y el cuerpo encuentran su punto de encuentro.